
Isidro Fernández, gerente y enólogo de la bodega Casar de Burbia, ofreció a una sala llena de sumilleres -asistieron alrededor de un centenar de personas pertenecientes a la Asociación- una breve reseña sobre la historia de la bodega y su forma de entender la elaboración del vino.
Como explicó el responsable de la bodega, una de las grandes bazas de Casar de Burbia es la de contar con unos viñedos excepcionales, orientados al sur en las laderas de suelos pizarrosos del Bierzo. Para poder extraer la máxima expresión de esa uva Mencía de cepas centenarias es necesario practicar una viticultura meticulosa y apasionada, en la que nada se deja al azar: podas manuales de invierno y verano, aclareo de racimos, deshojado... Son labores que exigen tiempo y esfuerzo, pero que bien valen la recompensa que ofrecen.
Del mismo modo, la elaboración es cuidadosa, muy respetuosa con la personalidad de la fruta, buscando la máxima extracción. El posterior juego con diferentes maderas y tiempos de crianza aporta a cada vino el bouquet característico de su ensamblaje. Así nacen 'Casar de Burbia 2005' (6 meses de barrica), 'Hombros 2005' (12 meses), 'Tebaida 2003', Tebaida 2005' (ambos con 16 meses de crianza), y 'Tebaida Nº 5', la estrella de la bodega, que se cría durante el tiempo justo y necesario para alcanzar su momento óptimo.
Los cinco vinos fueron catados por los miembros de la Asociación Madrileña de Sumilleres en las magníficas instalaciones del Centro de Formación de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid. Además de apreciar las grandes cualidades intrínsecas de cada uno de ellos, los asistentes tuvieron la ilustrativa oportunidad de percibir las diversas expresiones de la uva Mencía en diferentes elaboraciones, siempre dentro de un mismo estilo de enología en el que destaca esa vibrante acidez, tan característica de los vinos de Casar de Burbia.
Especialmente atractivo para los sumilleres fue 'Tebaida Nº 5'. Este vino se elabora exclusivamente con uvas procedentes del Pago Nº 5, el más alto de la 'Viña de Sapita', orientada al sol naciente y plantada a principios del siglo XX. La vendimia es manual, en cajas de 10 kg, y la fermentación se hace en depósitos pequeños, de 1.000 litros. Durante el tiempo adecuado para su mejor ensamblaje, reposa en barricas de roble Allier para dar lugar a un tinto limpio y brillante, cubierto, con lágrima abundante. Franco en aromas de buena intensidad, las notas de crianza de extraordinaria madera nueva -que recuerdan al coco y a la vainilla- ensamblan perfectamente con todas esas frutas negras maduras (grosella negra, zarzamora) y frutas de hueso (ciruela), que van creciendo. Después aparecen los tonos minerales y balsámicos, anticipando una rica elegancia. La entrada es amable. El paso se muestra untuoso, con medida acidez, buen volumen y mucho peso de fruta. El tanino es noble, con cuerpo, y muy bien equilibrado a pesar de su juventud. En vía retronasal regresa el torbellino de frutas, y los agradables recuerdos minerales y balsámicos dan lugar a un final de boca largo y elegante.
¡Plazo de matrículación abierto!