Portada Documentos Alimentos precocinados
ALIMENTOS PRECOCINADOS

1. Introducción.
2. Alimentos precocinados. Definiciones y clasificación.
     2.1. Los alimentos de conveniencia.
     2.2. Pequeña historia y evolución del consumo de alimentos precocinados.
     2.3. ¿Por qué surgen y triunfan los alimentos precocinados?
     2.4. Papel en el futuro de los alimentos precocinados.
     2.5. Peligros del consumo y abuso de alimentos precocinados.
     2.6. Tipos de alimentos precocinados.
     2.7. Bibliografía.
     2.8. Recursos Web.
     2.9. Glosario de términos y Acrónimos.

3. Valor nutritivo de los alimentos precocinados.
     3.1. Introducción.
     3.2. Calidad de los alimentos precocinados.
     3.3. Pérdidas de nutrientes durante el procesamiento industrial y doméstico de alimentos.
     3.4. Modificaciones químicas producidas por la acción del calor.
     3.5. Bibliografía.
     3.6. Recursos Web.
     3.7. Glosario de términos.

4. Los alimentos precocinados en situaciones de salud y enfermedad.
     4.1. ¿Es posible seguir la Dieta Mediterránea con alimentos precocinados?
     4.2. Alimentos precocinados y obesidad.
     4.3. Alimentos precocinados e hipertensión arterial.
     4.4. Alimentos precocinados en la enfermedad cardiovascular.
     4.5. Alimentos precocinados y diabetes mellitus.
     4.6. Bibliografía.
     4.7. Glosario de términos.
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3. VALOR NUTRITIVO DE LOS ALIMENTOS PRECOCINADOS.

3.1. Introducción.

Los diferentes grupos de alimentos se han ido incorporando de diferente manera a la transformación tecnológica y culinaria, en el proceso evolutivo de la alimentación humana. La historia de la incorporación de procesos culinarios e industriales ha estado caracterizada por sucesivas pequeñas revoluciones. Tal vez, la revolución más importante en lo que a procesado de alimentos se refiere se produjo tras la Segunda Guerra Mundial. Y es que a partir de entonces se produce un impresionante desarrollo de la industria conservera, así como un espectacular fenómeno de globalización de la alimentación caracterizado por un desacoplamiento de productos alimenticios en lo que se refiere a lugar de producción, época y consumo, gracias en gran medida a las facilidades de transporte y conservación. Y llegamos a estos inicios del s. XXI con una penetración superior ya al 40% de los alimentos precocinados en nuestra dieta diaria.

El alimento debe estar libre de cualquier contaminante químico o microbiano, en límites aceptables. Además, deberá mantener en lo posible los caracteres sensoriales y retener el valor nutritivo. La eficacia del tratamiento tecnológico de los alimentos depende de la intensidad y del tipo de tratamiento. Así, podemos considerar que unos procedimientos inactivan microorganismos (esterilización, irradiación o tratamiento a altas presiones), mientras que otros sólo inhiben su crecimiento (refrigeración, congelación, atmósferas controladas, acidificación). Por otro lado, los diferentes tratamientos culinarios como la cocción, el asado, la fritura o la plancha, mejoran habitualmente las cualidades organolépticas del alimento a través de la formación de aromas, sabores y colores agradables, al mismo tiempo que se logran destruir sustancias potencialmente antinutritivas. Junto a estos efectos positivos, sin embargo, los tratamientos pueden afectar al valor nutritivo del alimento, por modificación en la cantidad y/o calidad de los nutrientes. Es también cierto que existen variaciones importantes en cuanto a la composición real de los alimentos procesados. El mayor problema que se presenta en este sentido es la falta de datos para los alimentos precocinados, que no se encuentran generalmente en las Tablas de Composición de Alimentos: este hecho es de crítica importancia para poder elaborar dietas o establecer consejos dietéticos con precisión.

En la actualidad, los consumidores generalmente”admiten“ que los alimentos incorporen algún tipo de tratamiento tecnológico, pero que al mismo tiempo se mantengan las características organolépticas y nutritivas, que lleven envases de fácil manipulación y que conserven su calidad el mayor tiempo posible. Recientemente, debido al creciente interés por la relación dieta y salud, han aparecido en el mercado alimentario alimentos precocinados enriquecidos en algunos nutrientes (principalmente vitaminas y minerales), así como con componentes no nutritivos de interés nutricional.

3.2. Calidad de los alimentos precocinados.

La calidad de un producto alimenticio viene determinada por la conjunción de diversos factores, estrechamente relacionados con su aceptabilidad o rechazo. No resulta fácil una definición adecuada, y se han propuesto varias:

- Adecuación para un uso determinado.
- Conjunto de rasgos y características que capacitan a un alimento para satisfacer una necesidad nutritiva determinada.
- Nivel de aceptación del alimento.

De lo que no cabe duda es que la calidad del alimento precocinado puede ser un indicador de su grado de excelencia, en relación tanto a su contenido nutricional como sus propiedades sensoriales de color, sabor, olor, textura, etc., o factores vinculados a la seguridad. En definitiva, deberemos considerar los aspectos nutricionales, pero también los organolépticos y los sanitarios. Por consiguiente, se debería hablar de diversos tipos de calidades:

- Calidad nutricional, que se trata específicamente a continuación.
- Calidad organoléptica, atributos que se perciben por los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y el oído.
- Calidad higiénico-sanitaria: referida a la ausencia de sustancias potencialmente tóxicas y de microorganismos patógenos.

En lo que se refiere a la tecnología culinaria, podrían señalarse tres factores, sucesivos temporalmente, y que resultan esenciales en el resultado de la calidad final:

- Calidad de las materias primas.
- Manipulaciones culinarias.
- Tiempo transcurrido desde que se elabora hasta que se consume.

3.2.1. Aspectos nutritivos de la calidad.


La calidad nutricional de un alimento precocinado es un factor primordial en nuestro sistema de restauración. Un plato precocinado debe contribuir en cantidad y calidad a las necesidades de la persona que lo consume: energía, aminoácidos, ácidos grasos esenciales, minerales, vitaminas, etc. No hay que olvidar las posibles variaciones que pueden ocasionar los procesos culinarios sobre los niveles de partida: unas veces los aumentan (a través de la concentración de nutrientes); en otras, los reduce (cuando existe destrucción); por último, en otras puede haber degradación de las estructuras químicas (por oxidaciones, excesos de tratamiento térmico, etc.).

Los ingredientes constituyentes del precocinado requieren, la mayoría de las veces, unas operaciones previas que, en algunas ocasiones, pueden suponer pérdidas significativas de nutrientes. Sin embargo, si se opera cuidadosamente, en la actualidad esas pérdidas se pueden minimizar.

Sirvan a continuación algunos ejemplos ilustrativos de estas operaciones previas: las verduras y frutas requieren un tratamiento previo de troceado, lavado, remojado y mezclado, lo que puede ocasionar pérdidas de nutrientes (vitaminas y minerales) , y que suelen ser proporcionales al tiempo transcurrido desde que se realizan hasta que se produce la cocción; por el contrario, la aplicación del calor al mismo tiempo tiene efectos beneficiosos destruyendo factores antinutritivos de naturaleza proteica (ej. antitripsinas de las leguminosas).

3.3. Pérdidas de nutrientes durante el procesamiento industrial y doméstico de alimentos.

3.3.1. Procesos basados en la aplicación de calor.

Escaldado

Se aplica principalmente a las frutas, verduras y hortalizas, y suele ser una operación previa a los procesos de enlatado, refrigeración, congelación o deshidratación.

El escaldado implica ciertas pérdidas nutricionales debido a dos causas fundamentales:

a) disolución de compuestos en el agua utilizada en el propio proceso. Así, se pierden algunos minerales y vitaminas (B1, C y folatos).
b) daño térmico, que afecta también a las anteriores vitaminas, aunque lo haga en menor grado.

Pasteurización

En cuanto a la repercusión nutricional, es pequeña, y menos cuando se utiliza la pasteurización a elevadas temperaturas (88-90ºC) durante cortos tiempos (segundos). Así, todas las vitaminas liposolubles y algunas hidrosolubles como la B2, ácido nicotínico, biotina y ácido pantoténico, apenas se pierden durante la pasteurización. Por el contrario, las vitaminas B1, B6, B12, C y ácido fólico, reducen algo su contenido. Si se opera en atmósfera libre de oxigeno, se logran evitar prácticamente estas pérdidas.

Esterilización

Los sistemas de esterilización UHT (Ultra High Temperature) son los que menos repercuten en el valor nutritivo del alimento, ya que sólo se van a ver afectadas las vitaminas termosensibles. Por el contrario, con la esterilización tradicional las pérdidas nutritivas son más significativas: vitaminas (en mayor grado que los UHT); aminoácidos (en carnes se han descrito pérdidas de hasta el 25% en lisina o del 10% en triptófano y metionina). En los alimentos enlatados, además, se puede perder hasta una tercera parte del contenido en minerales como cinc o magnesio.

Extrusión

Este procesamiento se aplica fundamentalmente para la elaboración de diversos cereales de desayuno, snacks, almidones y harinas modificadas, proteínas vegetales texturizadas, queso fundido, etc.

La extrusión tiene efectos contrapuestos sobre el valor nutritivo: entre los positivos, una mayor biodisponibilidad mineral, destrucción de factores antinutritivos y un aumento general en la digestibilidad de los macronutrientes; en relación a las pérdidas, hay agresión a los ácidos grasos poliinsaturados, generación de productos no deseables debidos a la reacción de Maillard y pérdida de vitaminas termolábiles. En general, se considera que la extrusión no supone pérdidas nutricionales mayores que con otros métodos térmicos.

Cocción al horno

Las mayores pérdidas nutricionales se han descrito para vitaminas hidrosolubles como la tiamina, o para aminoácidos básicos como lisina. Por otro lado, no parece afectar al valor nutricional mineral. La cocción al horno, sin embargo, puede aumentar la biodisponibilidad de la niacina.

Microondas

Recordemos que mediante la aplicación del proceso de microondas se puede pasteurizar, esterilizar, precocinar, deshidratar, escaldar y descongelar. Los efectos sobre el valor nutricional son iguales o menores que con otros tratamientos térmicos, y van a depender de la intensidad del tratamiento (tiempo-temperatura). Así, por ejemplo, las pérdidas de una vitamina tan sensible al calor como es la C, son menores que con otros procesos térmicos. Por otro lado, las microondas, al ser relativamente bajas en energía, no ocasionan componentes secundarios que afecten a las cualidades sensoriales de los alimentos, ni se generan compuestos tóxicos. Tampoco liberan prácticamente radicales libres.

Fritura

Entre las consecuencias nutricionales de este proceso, destacan las siguientes:

a) Producción de compuestos nocivos: se generan en función del mayor grado de instauración de la grasa de fritura. Así, el aceite de oliva es menos vulnerable al daño por fritura que otros aceites como los de semillas o de pescado, que presentan una grasa con un nivel de instauración mucho mayor.

b) Tiempo del proceso: se requiere generalmente mucho menos tiempo para llevar a cabo una fritura, comparativamente a otras técnicas. Ello impide la agresión a los nutrientes más termolábiles (ej. vitamina C).

c) Cambios en el perfil del ácido graso del alimento: recordemos que la fritura tiene lugar en dos fases: en la primera, hay salida de agua del alimento, y mientras haya cantidades sensibles de agua en él, el aceite no va a penetrar en su interior, y permanece a una temperatura inferior a 100ºC, lo que ayuda a protegerle del posible daño térmico. Añadamos a esto el menor tiempo del proceso, por lo que las pérdidas de nutrientes como las vitaminas C o B1 son mucho menores que con otros tratamientos; en la segunda fase, el aceite penetra en el alimento, tanto en los de tipo magro como en los grasos, aunque en estos último lo que realmente se produce es un intercambio de grasa. Los resultados de esta segunda fase hay que valorarlos en relación a la cantidad y calidad de la grasa:

- Enriquecimiento en aceite de fritura, incrementando el valor energético.
- Mejora en el perfil de ácidos grasos del alimento, si este era rico en grasa saturada, carnes fritas en aceite de oliva por ejemplo, ya que la carne se va a enriquecer en ácido oleico del que es rico el aceite de oliva.
- Intercambio de ácidos grasos ω-3 en el caso del pescado, que tiende a salir del mismo, penetrando paralelamente el aceite de fritura utilizado (oliva, semillas, etc.).

d) Enriquecimiento en compuestos menores de interés nutricional, como pueden ser las sustancias antioxidantes, vitamina E o los compuestos fenólicos.

e) Mantenimiento del contenido en proteínas, hidratos de carbono y minerales, mucho mayor que con otras preparaciones culinarias.

3.3.2. Procesos basados en la aplicación de frío.

El mantenimiento del alimento refrigerado a temperaturas entre -1 a +8ºC enlentece la proliferación bacteriana, prolonga la vida media del producto, y logra generalmente mantener el valor nutricional. Por su parte, la congelación a -18 a -20ºC (ultra congelación) prolonga casi de manera indefinida la vida del producto, y las pérdidas nutricionales hasta alcanzar esas temperaturas prácticamente no existen. Sí hay que considerar que a pesar de esas temperaturas, la vida útil de las grasas y alimentos grasos está limitada en la congelación, como consecuencia de los procesos oxidativos que pueden ocurrir, aunque sea a velocidades muy lentas.

3.3.3. Procesos basados en la reducción del contenido hídrico.

En general, logran mantener el valor nutricional, con excepción de algunos micronutrientes como el ácido ascórbico y el β-caroteno, que sí pueden sufrir pérdidas.

a) Deshidratación
Los diferentes procedimientos de deshidratación permiten un mantenimiento muy elevado del valor sensorial y nutricional del alimento, ya que hay ausencia de aplicación de calor, y también de agua y oxígeno. La aplicación de esta tecnología se restringe a alimentos fácilmente rehidratables o que se van a consumir disueltos en agua.

b) Concentración
- Evaporación: hay pérdidas de vitaminas termolábiles y de lisina disponible. Si se emplea un vacío parcial, se logra minimizar la pérdida de valor nutricional, dada la menor temperatura de ebullición y la menor concentración de oxígeno atmosférico.
- Concentración por congelación: la aplicación de este proceso permite un magnífico mantenimiento del valor nutricional.
- Ultra filtración y ósmosis inversa: sólo el agua tiene capacidad de atravesar la membrana (ósmosis) o bien acompañada de algunos componentes de bajo peso molecular (ultra filtración), como es el caso de las vitaminas hidrosolubles y minerales.

3.3.4. Otros procesos de tecnología de los alimentos aplicados a la preparación de los alimentos precocinados.

a) Irradiación
Las posibles alteraciones van a depender de la intensidad de la radiación, y van a ser especialmente susceptibles de modificación los compuestos lipídicos. Los efectos de la irradiación sobre el valor nutritivo son equiparables a los de otros procedimientos tradicionales que emplean calor: las mayores pérdidas se producen en la vitamina C y la tiamina; puede haber enranciamiento de la grasa y peor digestibilidad; puede haber además, alguna alteración en las proteínas e hidratos de carbono.

b) Altas presiones
Los efectos sobre el alimento son pequeños: parecen reordenarse espacialmente las proteínas, mientras que las grasas presentan tendencia a la cristalización; por su parte, los azúcares y las vitaminas no se afectan.

3.4. Modificaciones químicas producidas por la acción del calor.

Son los cambios originados en los componentes químicos de los alimentos, es decir, sobre los nutrientes.

3.4.1. Proteínas.

Se conoce bien que el calor aumenta la velocidad de las reacciones químicas, y ese es el principal efecto sobre los alimentos sometidos al mismo. Así, en ocasiones se va a producir una alteración de la estructura y una reducción del contenido o de la biodisponibilidad de sus aminoácidos esenciales. Lógicamente, la importancia nutricional dependerá de si la alteración se produce sobre un aminoácido que no es limitante para la función de crecimiento y desarrollo, o cuando la proteína contribuye sólo parcialmente al aporte proteico de la dieta. Algo bien distinto es el efecto cuando la alimentación se sustenta en un solo producto o en número limitado de ellos, como ocurre en los lactantes o puede suceder en las personas de edad.

Las alteraciones más comunes que pueden producirse en las proteínas por la acción del calor son: desnaturalización, isomerización, interacciones proteína-proteína, interacciones proteína-hidratos de carbono reductores o reacción de Maillard, interacciones proteína-lípido, interacciones proteína-oxidantes e interacciones proteínacomponentes no nutritivos de la dieta.

Desnaturalización por efecto del calor.

La temperatura de desnaturalización es específica de cada proteína, lo que suele llevar de forma paralela a la pérdida de la actividad biológica. De esta forma, las proteínas musculares se desnaturalizan a 45-65ºC, mientras que el colágeno lo hará a temperaturas entre 60-70ºC.

La desnaturalización de la proteína puede ser un proceso reversible cuando el calor aplicado es escaso, aunque esto no es lo que ocurre habitualmente. Si el calor aplicado es excesivo, se pueden producir pérdidas importantes del valor nutritivo de las proteínas. Por otro lado, la desnaturalización suele originar efectos favorables sobre la estructura, caracteres organolépticos y digestibilidad de los alimentos, al inactivarse muchos enzimas responsables de los efectos de alteración y aparición de sabores desagradables en los alimentos no procesados.

Isomerización de los aminoácidos.

Los aminoácidos sufren un proceso de isomerización desde la forma L a la D por efecto del calor en condiciones de alcalinidad, lo que supone de hecho pérdida de valor biológico de las proteínas. A valores de pH elevados se pueden afectar prácticamente todos los aminoácidos. También conviene señalar que la racemización de aminoácidos de una proteína por efecto del calor en medio básico
reduce su digestibilidad.

Interacciones proteína-proteína.

Ocurren principalmente en los alimentos de alto contenido proteico que se someten a muy elevadas temperaturas. Estas alteraciones son la causa principal de pérdida del valor nutritivo de carnes y pescados procesados mediante la acción del fuego directo a la plancha o la parrilla.

Interacciones proteína-hidratos de carbono (reacción de Maillard y degradación de Strecker).

Las reacciones de Maillard que se producen entre los grupos amino de los aminoácidos y azúcares reductores, y otras reacciones de pardeamiento no enzimático que tienen lugar con azúcares no reductores, ocasionan el deterioro de los alimentos durante el procesado. Las pérdidas del valor nutricional se van a deber a alguno de los siguientes factores: pérdida de aminoácidos esenciales, menor digestibilidad de los nutrientes y producción de compuestos antinutricionales y tóxicos.

La formación de acrilamida es el resultado de una reacción de Maillard en patatas fritas, galletas o panes: durante el proceso de tueste o fritura, el aminoácido asparagina se descompone en presencia de azúcares como la dextrosa, originando subproductos como la propia acrilamida. La temperatura óptima de formación de ésta se sitúa en los 180ºC, que se alcanza fácilmente en hornos y sistemas de
fritura industriales. La formación de acrilamida parece iniciarse a los 100ºC, acelerándose a partir de los 140ºC. Lógicamente, en el caso de los alimentos hervidos no se va a generar archilamida, al no alcanzarse temperaturas superiores a los 100ºC.

La reacción de Maillard no requiere de temperaturas elevadas. Así, azúcares y aminoácidos reaccionan incluso a temperaturas de refrigeración, y muestran signos de pardeamiento durante el proceso de almacenamiento. La reacción de Maillard ocurre con facilidad en medio acuoso, pero también en sistemas de actividad de agua baja o intermedia.

La degradación de Strecker supone la desaminación oxidativa y la descarboxilación de un alfa-aminoácido en presencia de un compuesto dicarbonilo.

La interacción de los productos de la reacción de Maillard y de la degradación de Strecker lleva a la formación de diferentes compuestos aromáticos (pirazinas, oxazoles, tiofenos, etc.). No van a ser sólo las proteínas, los aminoácidos o los azúcares los que pueden reaccionar con los productos de reacción de Maillard o de la degradación de Strecker, sino que también los lípidos presentan esa
capacidad reactiva.

Interacciones proteína-lípidos.

La calidad nutritiva de la proteína puede verse muy afectada por la interacción con los productos de oxidación de los lípidos: la digestibilidad de las proteínas se reduce, se producen pérdidas de aminoácidos esenciales o menor biodisponibilidad. Por otro lado, muchos de los compuestos volátiles de los alimentos procesados, responsables del aroma y sabor, provienen precisamente de las
interacciones de los compuestos de Maillard y de los lípidos.

3.4.2. Lípidos.

La aplicación de calor supone una degradación de los lípidos a tres niveles:

- Generación de compuestos desagradables (radicales, peróxidos, compuestos carbonílicos, etc.), que afectan a los caracteres organolépticos.
- Generación de compuestos potencialmente tóxicos por tratamientos térmicos muy intensos.
- Cambios en el valor nutritivo: en algunos casos, el alimento puede enriquecerse en grasa (más energético), y en otros puede perder grasa. En general, no suele haber pérdidas nutricionales significativas en un proceso térmico normal.

En general, cualquiera de las transformaciones que padecen los lípidos por efecto de los tratamientos tecnológicos va a tener una gran influencia sobre el valor nutritivo.

Los fenómenos de auto oxidación de los alimentos, que se dan incluso a bajas temperaturas en alimentos grasos como los aceites y grasas vegetales, las margarinas o el pescado, originan destrucción de ácidos grasos esenciales. La generación de diversos compuestos oxidados y de radicales libres lleva a la alteración del valor biológico de las proteínas, y a la destrucción de vitaminas antioxidantes como los tocoferoles y el β-caroteno. El fenómeno de auto oxidación aumenta con el tiempo y la temperatura de almacenamiento.

Por otro lado, en términos prácticos, la degradación ocurre únicamente en los procesos de fritura o asado, y esdirectamente proporcional al grado de insaturación de los aceites o grasas, y lógicamente inversamente proporcional al contenido en antioxidantes. Las grasas saturadas son muy estables desde el punto de vista tecnológico, pero también supone un riesgo nutricional el abuso de este tipo de grasas. Los aceites con alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados son muy estables, en especial si el contenido en antioxidantes naturales o añadidos es elevado. Así, el aceite de oliva virgen por su alto contenido en tocoferoles y en compuestos fenólicos, es el producto con mayor estabilidad dentro de los monoinsaturados. Por su parte, los aceites ricos en ácidos grasos poliinsaturados, como el aceite de soja o el de pescado, sufren importantes transformaciones durante los procesos de fritura.

También conviene señalar los efectos nutricionales de los ácidos grasos trans, que están presentes en muchas ocasiones en los alimentos precocinados: tienen un comportamiento similar a los ácidos grasos saturados (no saludables), ya que van a contribuir a la elevación del colesterol total y del colesterol-LDL. En cualquier caso, todavía falta información nutricional suficiente sobre sus efectos a medio plazo, para saber si esta temática deja de ser controvertida o no.

3.4.3 Hidratos de carbono.

Habitualmente se consideran estables frente al cocinado. Hay algunas pérdidas ocasionadas por solubilización. Otra modificación es el efecto sobre la digestibilidad (gelificación del almidón) y, por otra, a la participación de algunos azúcares en reacciones químicas que conducen a la disminución de la disponibilidad de los nutrientes. Esto último ocurre con las reacciones de pardeamiento (caramelización y reacción de Maillard).

3.4.4. Minerales.

Estos nutrientes son en general muy estables frente a los procesos térmicos. Las posibles pérdidas no suelen tener gran importancia para la mayoría de la población, pero si las pueden tener en ciertos grupos de población: así, la pérdida de hierro procedente de los vegetales tiene poca trascendencia en las personas que consumen carne, pero sí la puede tener en el caso de los vegetarianos.

Es muy interesante en el conocimiento de la composición mineral de alimentos congelados precocinados de consumo habitual, los trabajos de Planells y col., que analizaron 28 alimentos seleccionados como los más consumidos de su categoría: pastas, pizzas, arroces y fritos. Se analiza a continuación el aporte de diferentes minerales como sodio (Na), potasio (K), fósforo (P), calcio (Ca), magnesio (Mg), hierro (Fe), cinc (Zn), cobre (Cu), manganeso (Mn), a través de los alimentos precocinados, al conjunto de la dieta.

Sodio: analizando los resultados obtenidos, en primer lugar, si se estiman unas necesidades diarias de Na de 3 g/día, 100 g de los alimentos analizados aportarían del 25 al 50% de las necesidades. Estos porcentajes deben considerarse como elevados, ya que se deberá tener en cuenta, además, el contenido en Na del resto de alimentos ingeridos, así como el adicionado. Si la ración media diaria de estos alimentos es de 200 g, habrá que controlar la ingesta de este nutriente a través de este tipo de alimentos.

Potasio: las necesidades diarias de K son de 6 g diarios. Los procesos de cocción, procesamiento y refinado de alimentos suele reducir el contenido de los alimentos, a pesar de que en la naturaleza suelen ser abundantes. En los alimentos analizados por Planells y col., el K se presenta en cantidades que oscilan entre el 10% y el 25%. Estos aportes son bajos, lo cual no es de extrañar ya que están elaborados a partir de cereales refinados (pizzas, pastas, croquetas, arroces) o de alimentos proteicos de origen animal (calamares a la romana, san jacobos o palitos de merluza).

Fósforo: Las necesidades de P son de 700 mg al día para la población adulta. Las principales fuentes alimenticias son la carne, el pescado y la leche. Una vez más, al analizar el contenido de los Alimentos congelados, oscila entre el 15% y el 40% de las necesidades diarias. Como es conocido, el contenido de P va en proporción directa al contenido en proteínas del alimento.

Calcio: Aunque existen divergencias importantes dependiendo de cada país para estimar las ingestas recomendadas de este nutriente, se han marcado en nuestro entorno en los 800-1000 mg/día. En los alimentos analizados por Planells y col., el contenido oscila desde un 3% hasta un 15-20 % de las recomendaciones, por 100 g de alimento. Aún considerando el tamaño de ración estándar (200 g), en general se considera que este tipo de alimentos suelen ser una fuente pobre de calcio. Recordemos que los alimentos más ricos en Ca son la leche y productos lácteos, los frutos secos, las legumbres y los pescados pequeños que consumimos enteros (con la espina).

Magnesio: Necesitamos diariamente entre 300 y 400 mg al día. Son fuentes muy ricas en este mineral los vegetales de hoja verde y las semillas. En los alimentos precocinados, los aportes de Mg oscilan entre el 3% y el 15% de las recomendaciones. En general, se puede afirmar que este tipo de alimentos no son una buena fuente de este mineral.

Hierro: Es uno de los minerales que suele presentar problemas de deficiencia en diferentes grupos de población y edad: adolescentes mujeres o personas de edad. Las ingestas recomendadas oscilan entre 8 y 18 mg al día, por lo que los alimentos precocinados pueden llegar a contribuir hasta con el 25%, fundamentalmente los que contienen carne. Recordemos que precisamente las carnes son una muy buena fuente de hierro hemo (absorbible); el atún, el salmón, las ostras, las alubias secas o los cereales integrales son también ejemplos validos de alimentos ricos en hierro absorbible.

Tabla 1: Resultados de minerales en productos comercializados (mg/ 100g).

Cinc: El aporte a través de los alimentos precocinados es muy pobre (1-6% de las ingestas recomendadas). Tanto las carnes (ternera, cerdo y cordero) como algunos moluscos (mejillones y ostras) son muy buenas fuentes para este mineral. Las frutas y vegetales no se consideran buenas fuentes de este mineral.

Cobre: Los aportes de los alimentos precocinados, para 100 g de producto, van desde un 15% en la pizza hasta un 65% para el arroz. Recordemos que la ración es el doble, por lo que sí son buenas fuentes de Cu. El cobre es un elemento traza que podemos obtener desde diferentes procedencias en nuestra dieta: mejillones, cereales integrales, nueces, alubias, patatas, cacao, etc.

Manganeso: En los alimentos precocinados, para 100 g de producto, los aportes van del 5 al 40% de las ingestas recomendadas. Recordemos que el manganeso se encuentra en cantidades importantes en alimentos como los frutos secos, granos integrales, semillas de girasol, legumbres y verduras de hoja verde.

3.4.5. Vitaminas.

Son nutrientes muy sensibles a factores como la temperatura, el oxígeno, las radiaciones y el pH. Así, las vitaminas hidrosolubles (vitamina C y las del grupo B) pueden perderse durante la cocción, por ejemplo, de pastas y verduras. Las pérdidas dependen del método culinario empleado.

El procesado de los alimentos no sólo produce modificaciones químicas en el mismo que mejoran sus características organolépticas, o aumentan su seguridad sanitaria y estabilidad. También pueden tener efectos negativos, como las pérdidas de valor nutritivo. Entre ellas deben encuadrarse, salvo excepciones, las que afectan al contenido en vitaminas. No obstante, no debemos olvidar que el procesado no es solo el cocinado industrial o doméstico sino que también incluye la preparación anterior del alimento (por ejemplo, fraccionamiento, descongelación, etc.) y también el período posterior al proceso, las fases de mantenimiento en caliente o bien su enfriado, conservación y recalentamiento. Es en estos procesos anteriores y posteriores al cocinado donde paradójicamente, con más frecuencia se producen las pérdidas más importantes de vitaminas. Un ejemplo muy significativo las importantes pérdidas producidas en la extracción de harinas panificables a partir del trigo. Al separar el salvado se produce un importante empobrecimiento de micronutrientes, entre ellos de vitaminas.

Estas circunstancias, que son comunes a casi todas las técnicas culinarias, afectan principalmente a los comedores colectivos, aunque también suceden a nivel doméstico. Por tanto, no deben sorprender resultados de pérdidas del 90% o superiores de vitamina C en patatas fritas, cuando se unen las que se producen desde las patatas crudas hasta el momento inmediatamente anterior a su consumo.

Tabla 2: Contenido en vitaminas hidrosolubles del trigo y algunos derivados.

A continuación se presentan resultados de lo que sucede durante el mantenimiento en caliente y recalentamiento sobre el contenido en vitamina C de un caldo compuesto principalmente de vegetales como es el caldo gallego, un plato tradicional de esta región de España (Tabla 3), y que además normalmente se prepara, se conserva y se va recalentando para su consumo (Ruiz-Roso, 1998). Mientras que en su preparación se retiene casi un tercio de su contenido inicial de vitamina C, al dejarlo enfriar y recalentarlo prácticamente desaparece el contenido en esta vitamina, por lo que proporcionalmente el daño fue mucho mayor en esta fase posterior al tratamiento que en su cocinado. También, diferentes autores encuentran pérdidas de vitaminas en los sistemas de catering que utilizan el warm holding o mantenimiento en caliente del alimento durante su distribución.

Tabla 3: Contenido en vitamina C de un caldo de vegetales crudo, cocinado y recalentado (mg/100g).

Al hablar de la estabilidad de las vitaminas, debemos tener en cuenta que el concepto "vitamina", como sabemos, es más fisiológico que químico, por lo que estos nutrientes presentan grandes diferencias entre sí en cuanto a su comportamiento en los tratamientos del alimento. Incluso la estabilidad puede ser diferente para cada uno de los diferentes compuestos químicos que poseen esa determinada actividad vitamínica (vitámeros). Por ejemplo, como sabemos, la vitamina B6 aparece en los alimentos bajo la forma de seis compuestos químicos diferentes: piridoxol, piridoxamina y piridoxal y estos compuestos unidos a grupos fosfato: piridoxol-5-fosfato, piridoxamina- 5-fosfato y piridoxal-5-fosfato. Está claro que es diferente la estabilidad de cada uno de estos compuestos: el piridoxal, por ejemplo, puede reaccionar con el grupo amino libre de los aminoácidos por efectos del calor formando una base de Schiff, y perder su actividad vitamínica, mientras que las formas químicas de la vitamina B6 sin el grupo aldehido no podrían degradarse de esta manera.

Factores de los que dependen los cambios en el contenido en vitaminas de los alimentos durante los tratamientos:

Temperatura. Muchas vitaminas hidrosolubles son termolábiles: así, la vitamina C, la tiamina o los folatos se destruyen irreversiblemente por el calor. Dentro de las hidrosolubles, también se afecta la riboflavina, aunque sea en menor medida. En el caso de las liposolubles, soportan mejor las altas temperaturas, aunque también pueden degradarse en un tratamiento prolongado. Por ejemplo, el palmitato de retinol por el calor se puede transformar en palmitato de 13-cisvitamina A, o el colecalciferol en precolecalciferol, moléculas de mucha menor actividad vitamínica. En sentido opuesto, el calor también puede proteger a las vitaminas inactivando diferentes oxidasas, que se encuentran en los alimentos y que pueden destruirlas.

No solamente el calor actúa negativamente sobre las vitaminas durante el cocinado: el agua, el oxígeno y los agentes oxidantes, también lo hacen. Los procesosque utilizan agua pueden producir pérdidas por lavado de vitaminas hidrosolubles pero no de liposolubles. En el caso de la oxidación, por ejemplo, el ácido ascórbico o vitamina C puede reaccionar con el oxígeno para dar ácido dehidroascórbico. Este compuesto tiene la misma actividad vitamínica que el ácido ascórbico, pero es muy sensible a los agentes oxidantes y puede también ser hidrolizado para dar ácido dicetogulónico, que carece de actividad vitamínica. También son fácilmente oxidables, dentro de las hidrosolubles, la tiamina y los folatos. Las liposolubles A, D, E, y K, son sensibles a la oxidación por contener en sus moléculas un número elevado de dobles enlaces entre átomos de carbono, de forma similar a los ácidos grasos poliinsaturados. Por el contrario, los antioxidantes, naturales o añadidos, pueden proteger de esta alteración.

La luz, pH, presencia de iones metálicos, son circunstancias que pueden aumentar las pérdidas en vitaminas por iniciar o facilitar las reacciones de degradación. La luz y los iones metálicos favoreciendo las reacciones de oxidación, principalmente. El pH afecta exclusivamente a la estabilidad de las vitaminas hidrosolubles, que van disueltas en la fase acuosa del alimento. En general, la estabilidad de estas vitaminas es mayor a pH ácidos o neutros que alcalinos.

Durante el tratamiento se pueden producir interacciones por la presencia de otras vitaminas y otros componentes del alimento, ya sean naturales, añadidos o bien procedan de la degradación de otros nutrientes (enzimas, radicales libres, anhídrido sulfuroso, etc.). Así, la vitamina C puede destruir a la vitamina B12 o la, ya mencionada, reacción de piridoxal con los grupos amino no implicados en el enlace peptídico, o de la vitamina E y los radicales libres procedentes de la oxidación de las grasas.

Además, para que estos factores actúen necesitan tiempo. La duración del tratamiento es fundamental enrelación a las pérdidas de nutrientes en un proceso industrial o culinario. Como ejemplo, se presentan a continuación las pérdidas en vitaminas que se producen durante el almacenamiento en congelación a –18ºC de diferentes alimentos:

En la Tabla 5 se observa que el tiempo de reducción decimal a 121º C de una vitamina típicamente termolábil, como es la tiamina, es inferior al de los aminoácidos más sensibles al calor (lisina), pero muy superior a la de enzimas que son convenientes destruir por el tratamiento térmico o los microorganismos. En este sentido, en diferentes alimentos necesitaríamos un tratamiento a esta temperatura de más de dos horas para destruir el 90% de la tiamina y solamente de tres minutos para inactivar las peroxidasas.

Pero además, si elevamos aún más la temperatura, como es obvio, reduciremos el tiempo de cocinado, pero también el tiempo necesario para producir una alteración nutricional equivalente, si nos fijamos en el valor “Z” para estos nutrientes (mide el incremento en grados centígrados que multiplicaría por diez la velocidad de degradación). Observamos que estas elevaciones de temperatura son bastante grandes para las vitaminas, por supuesto mucho mayores que para otros componentes negativos del alimento, como los microorganismos. Esto nos indica que, teóricamente, un proceso con una temperatura más elevada que nos permita reducir de forma importante la duración del tratamiento, podría ser menos lesivo para las vitaminas que uno más moderado pero de larga duración, siempre que los procesos de degradación sigan una cinética lineal. Este es el fundamento de los procesos UHT (Ultra High Temperature) o de temperatura elevada y tiempo muy reducido, muy utilizadas de forma general en la esterilización de alimentos. Estas técnicas UHT implican una mejor retención de nutrientes y mayor palatabilidad.

Tabla 5: Termorresistencia de algunas vitaminas comparada con la de enzimas, microorganismos y otros componentes del alimento.

Por otro lado, otra de las técnicas culinarias más empleadas en los precocinados es la de fritura, una de las operaciones más empleadas por la industria alimentaria. En este proceso, pese a las elevadas temperaturas del baño de aceite (en torno a los 180ºC), en el interior del alimento durante el proceso la temperatura nunca excede de los 100ºC mientras se va evaporando el agua que contiene. Recordemos además que el alimento se procesa sumergido en el aceite y, por tanto, fuera del contacto del oxígeno del aire. Debido a que también el tiempo de preparación del alimento por esta técnica es mucho más corto que el de otros procedimientos culinarios, se debe esperar que algunas vitaminas pueden ser más estables por esta técnica de fritura que por otras como el cocinado a presión o la cocción con agua.

En la siguiente tabla se muestran algunos resultados de Ruiz-Roso sobre el contenido de vitamina C, en mg por 100 g, de patatas y otros vegetales crudos y fritos en baño de aceite, comparándolos con los valores obtenidos para los mismos alimentos, pero estofados, y empleando en ambos casos aceite de oliva. Efectivamente, hay pérdidas de vitamina C, pero recordemos que este es el nutriente más lábil de todos. A pesar de ello, los alimentos fritos logran retener más del doble de esta vitamina (70%) que tras someterlos a un proceso de estofado (25%). Otra ventaja adicional podría ser el contenido en tocoferoles de algunos aceites de fritura, que presentan potencialmente propiedades antioxidantes. También debemos tener en cuenta que, además del daño térmico u oxidativo producido en el proceso, se pueden producir pérdidas en vitaminas por su solubilidad en los medios de cocinado, agua o lípidos.

Tabla 6: Contenido en vitamina C (ácido ascórbico y dehidroascórbico) de vegetales crudos y cocinados (mg/100g).

En la tabla 7 se muestran resultados del grupo de Ruiz- Roso sobre los contenidos en algunas vitaminas, liposolubles e hidrosolubles, de alimentos de origen animal crudos y fritos en baño de aceite. Así, en relación con el retinol, en dos de los alimentos estudiados que podrían representar una fuente sustancial, albóndigas de carne y huevos, la retención se sitúa entre el 67 y el 78%. En el caso de la vitamina E se observa que en un alimento muy rico en esta vitamina, las sardinas, hubo algunas pérdidas (la retención del 79%), mientras que en otros alimentos (huevos), posiblemente la incorporación de esta vitamina procedente del aceite de fritura hizo que su contenido final superase el inicial. En relación a las vitaminas hidrosolubles, hay mayores retenciones en el caso de la riboflavina (entre el 76 y el 97%) que en la tiamina (entre el 45 y el 93%).

 

Tabla 7: Contenido en crudo y retención (%) de algunas vitaminas en alimentos de origen animal fritos en baños de aceite.

También resultan interesantes los resultados obtenidos sobre la influencia de diferentes técnicas culinarias en los rangos de retención en vitaminas de algunos alimentos, de acuerdo con los datos obtenidos en el Proyecto EUROFOODS en diferentes países europeos. Es cierto que los amplios rangos observados parecen depender más del tipo de alimento y de la vitamina en cuestión, que del procedimiento de cocinado. En general, se puede afirmar que existen pérdidas.

 

Tabla 8: Rangos de retención (%) de algunas vitaminas en diferentes alimentos y procesos.

¿Son las pérdidas de vitaminas en las operaciones culinarias, industriales o domésticas, compatibles con una dieta equilibrada?

Desde un punto de vista nutricional, las pérdidas en vitaminas producidas durante cualquier tratamiento industrial o culinario de los alimentos deben preocuparnos si afectan significativamente a las ingestas de los individuos o colectividades que los consumen. Por tanto, desde un punto de vista práctico, las pérdidas en vitaminas durante cualquier proceso, solamente deben preocuparnos en aquellos alimentos que contribuyan de forma sustancial a cubrir las necesidades en vitaminas de los individuos o colectivos consumidores potenciales del alimento. En este sentido, usando valores medios de las Ingestas Recomendadas (IR) podríamos clasificar los alimentos en cuatro categorías en función a su aporte de vitaminas: los que contienen menos de un tercio de las IR en 2.500kcal, como fuentes muy pobres de vitaminas; los que contienen entre un tercio y la totalidad de las IR en 2.500kcal, como fuentes pobres en vitaminas; los que contienen entre la totalidad y el doble de las IR en 2.500kcal, como fuentes adecuadas; por último, los que contienen más de dos veces las IR, se considerarán como alimentos muy ricos en vitaminas. Así, las pérdidas vitamínicas de los alimentos que contienen menos de un tercio de las IR en 2.500kcal pueden ser desestimadas pues dichas pérdidas, consideradas en el conjunto de la dieta, difícilmente producirían modificaciones apreciables en el aporte vitamínico total.

Tabla 9: Los alimentos como fuente de vitaminas (contenidos por 1.000kcal).

Por tanto, aunque las pérdidas en el contenido vitamínico de los alimentos durante los procesos ocurren, y pueden ser importantes si no se tienen en cuenta y producir deficiencias nutricionales, las vitaminas no son moléculas tan lábiles como podríamos pensar a priori y, si el proceso se realiza correctamente, las pérdidas en vitaminas de los alimentos son frecuentemente inferiores a las que se producen en los tratamientos previos, transporte y almacenamiento.

3.5. Bibliografía.

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2. Bello Gutiérrez J. Tablas de composición para platos cocinados. Madrid. Ed. Díaz de Santos S.A., 1998.

3. Bergstrom, L.: “Nutrient Losses and Gains in the Preparation of Foods”, Report Nº 32/1994, (1994) National Food Administration, Sweden, 37-41.

4. Brubacher, G. Vitamin changes in frying food, Frying of Food: Principles, Changes, New Approaches, Ellis Horwood Ltd, 1988 Chichester, p: 103-111.

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8. López Nicolás JM (ed). Nuevos Alimentos para el siglo XXI. Murcia Quaderna Editorial, 2004.

9. Moreiras, O. et al: “Influencia de dos procesos culinarios utilizando aceite de oliva y margarina, sobre la bioutilización de la proteína y el contenido en vitamina C de algunos alimentos”, Rev. Agroquím. Tecnol. Aliment .1990; 30: 387-396.

10. Planells E, Baró L, Mataix J. Análisis de la composición mineral en alimentos congelados precocinados de consumo habitual. Ars Pharmaceutica 2003; 44: 343-350.

11. Rechcigl M. Handbook of nutritive value of processed foods. Vol I, II. Boca Raton, CRC Press. 1986.

12. Ruiz-Roso B. Influencia de los procesos culinarios e industriales sobre el valor nutritivo de las vitaminas. En: G Varela Moreiras, E Alonso Aperte (eds). Vitaminas y salud: de las enfermedades carenciales a las degenerativas. Bilbao, Fundación BBVA 2003. p. 155-168.

13. Ruiz-Roso B.: Vitaminas, Grasas y Aceites, 1998; 49:347-51.

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3.6. Enlaces de interés.

1. www.fao.org UN Food and Agriculture Organization (FAO)
2. www.who.org Organización Mundial de la Salud
3. www.fda.gov Food and Drug Administration
4. www.mapa.es Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
5. www.ificinfo.health.org International Food Information Council
6. www.nal.usda.gov/fnic Food and Nutrition Information Center del USDA
7. www.ilsi.org International Life Science Institute

3.7. Glosario de términos.

1. Ácidos grasos n-3 u omega 3: son aquellos ácidos grasos cuyo primer doble enlace se sitúa en la posición omega, es decir, en el carbono 3 empezando por el metilo terminal. Los más destacados son: α-linolénico (18:3 n-3), el eicosapentanoico o EPA (20:5 n-3) y el docosahexanoico o DHA (22:6 n-3).

2. Altas presiones: método de conservación de alimentos que se basa en el principio de que cualquier reacción, cambio conformacional o transición de fase que se acompaña por un descenso de volumen, se verá favorecida a altas presiones, mientras que las reacciones que suponen un aumento de volumen serán inhibidas. Este tratamiento supone ventajas sobre los tratamientos térmicos convencionales, al causar muy pequeños cambios en las propiedades sensoriales y nutricionales.3. Alteración: cambios que ocurren en los alimentos, y que limitan su aprovechamiento, o pueden llegar a hacerlos no aptos para el consumo.

4. Biodisponibilidad: cantidad de una sustancia que ingerimos a través de la dieta que es finalmente utilizable por nuestro organismo (tejido diana).

5. Calidad nutritiva: concepto que engloba tanto el contenido en nutrientes de un alimento (composición química), como la proporción de nutrientes aprovechables o biodisponibilidad.

6. Catering: término sajón utilizado frecuentemente para denominar a los sistemas de restauración colectiva (restaurantes, comedores colectivos, etc.)

7. Degradación de Strecker: reacción química que se da en los alimentos, y que implica la desaminación oxidativa y la descarboxilación de un α-aminoácido en presencia de un compuesto dicarbonilo.

8. Desnaturalización: cambios en la conformación de las proteínas por efecto del tratamiento térmico, pudiendo afectar a su biodisponibilidad.

9. Digestibilidad: Se define como la fracción ingerida del componente alimentario (nutriente) que no es recuperada en las heces.

10. Escaldado: proceso térmico al que se somete a los vegetales, con excepción de las cebollas. Consiste en tratarlos con agua a 90-100ºC, o vapor vivo a 120-130ºC durante un periodo de 2-10 minutos, y así lograr reducir su carga microbiana e inactivar enzimas causantes de sabores desagradables.

11. Esterilización: proceso térmico que se aplica a los alimentos, y que elimina todos los microorganismos vegetativos y elimina o inactiva las esporas bacteriana. Supone generalmente una importante pérdida del valor nutritivo del alimento.

12. Esterilización UHT: esterilización que se produce a temperaturas muy elevadas (135-150ºC) durante tiempos muy cortos (2-15 segundos).

13. Extrusión: se trata de un proceso tecnológico mixto por el que diversos biopolímeros (proteínas, almidones) o ingredientes alimenticios son mezclados, transportados y termoformados en un sistema de baja humedad (<18%), a temperaturas elevadas (140-190ºC) y a presiones muy elevadas (10-20 Mpa), durante un tiempo corto (15-60 segundos), utilizando fuerzas originadas por un tornillo sinfín.

14. Factores antinutritivos: sustancias que disminuyen la calidad nutritiva de los alimentos, bien de forma directa, por destrucción de nutrientes, o bien indirecta, inhibiendo o reduciendo su absorción y/o utilización metabólica.

15. Irradiación: se trata de un método de conservación que implica muy leves cambios en la composición y las características, de los alimentos a los que se les somete a este proceso.

16. Lactoperoxidasas: enzima con actividad peroxidasa presente en la leche y en la saliva. Posee actividad bacteriostática, y se puede emplear para la conservación de la leche y derivados.

17. Pasteurización: tratamiento térmico a temperaturas comprendidas entre 62 y 100ºC que garantiza la destrucción de todos los microorganismos patógenos y los microorganismos vegetativos de carácter saprofito. Es un método poco lesivo desde el punto de vista nutricional.

18. Reacciones de Maillard: conjunto de reacciones de pardeamiento no enzimático que se producen por la interacción de aminoácidos libres o formando parte de las proteínas o aminas con grupos carbonilo de los hidratos de carbono, lo que va a suponer una modificación del color natural del alimento y pérdida del valor nutritivo. Afecta a la conservación del alimento.

 


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Autor/es

Gregorio Varela Moreiras
Catedrático de Nutrición y Bromatología.
Departamento de Nutrición, Bromatología y Tecnología de los Alimentos.
Facultad de Farmacia.
Universidad de San Pablo CEU.
Madrid.
Fundación Española de la Nutrición (FEN)

Fuente:

Fundación Española de la Nutrición


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